skip to main |
skip to sidebar
foto Carmela
Sonrisas en el camino,
por una estrecha vereda,
de tomillos y romeros,
huyendo del gentío,
mis pies me guían,
donde la mar bate y canta.
Salpican mis sonrisas
la espuma de las olas,
mientras los elfos marinos,
vaporizan el agua,
llevándolas hasta las ramas colgantes,
sobre las rocas,
de los pinos verdes.
Se levanta el viento,
para besar mis sienes sudorosas,
viento húmedo marino,
lleno de efluvios salinos.
Abre en mis dedos cálidos el recuerdo,
evoco la rosa roja de tu boca,
tu piel de bronce,
el calor de tus besos,
que me traspasan
como una espada caliente.
Cambia su color la mar,
palidecen los pinos,
susurran las ramas entre ellas
y me sonríen las estrellas bajas
con guiños relucientes.
Un pino me sustenta,
mientras cantan las olas,
el viento, rabioso, muerde.
Te esperaba con ansiedad,
tu cuerpo el mío ansiaba,
inapetencias, ayunos,
solo tabaco y café.
Nuestra primera soledad,
mi boca se perdió en la tuya,
que ávida la esperaba, golosa,
entregada.
Paseos sin rumbo fijo,
para calmar la espera,
tensa calma, pasión contenida,
paseos en la arena.
Nuestros cuerpos se buscaron,
ante la mirada muda,
de la caña del pescador,
besos furtivos, caricias frenadas.
Con el sol se fue la caña,
la mar agitó nuestros sentidos,
se desbordó la pasión,
bocas y manos se soltaron.
Tu cuerpo se abrió dulcemente,
a las caricias y besos de amor,
brillaba tu mirada de pasión,
mi cuerpo te siguió con locura.
Nos empapó el agua,
nacida del amor,
del deseo satisfecho,
del gozo embriagador.
Todo es suave en ti.
Cada instante que paso evocándote,
inventándome mil escenas por vivir,
es de una intimidad extrema y extraña,
lleno de todo aquello que anhelo.
Imagino tu cuerpo propicio al juego,
a peleas incruentas de besos y caricias,
recorren mis dedos acariciantes tus senos,
tu sexo ardiente y oscuro.
Te imagino complaciente y complacida,
cálida, tierna, apasionada, mimosa,
recorriendo mi cuerpo con el tuyo,
tantas mujeres en un solo cuerpo,
tanto amor en tan solo una vida.
Las palabras llegan sin sonidos,
vírgenes de ser pronunciadas y escuchadas,
no son espuma de las olas,
son promesas firmes,
tan firmes que si cierro los ojos,
siento tu calido cuerpo,
tan firme, tan suave,
porque todo es suave en ti.
He lanzado una piedra al mar,
mientras veía su cálido aliento a mediodía,
en ligeras nieblas subía,
ocultando los bajeles a la mirada.
Mis pies desnudos caminan sobre arenas calizas,
se adivinan las minúsculas conchas
desmenuzadas por la mar,
los gritos de las gaviotas acompañan mi paseo,
me refresco en tus tibias aguas,
adorable mar azul.
Ojos diáfanos, azules, cuando estás en paz,
verde mirada acerada en tus momentos oscuros,
el viento levantará tu espalda,
formando festones blancos,
disputando su color a las blancas velas,
que como albas palomas,
raudas navegan hacia puerto.
Te diría adiós desde allí,
un adiós lleno de añoranza y melancolía,
un adiós mentido, pues lo sabes,
no puedo estar lejos de ti.
Entre gaviotas blancas,
descalza sobre la arena,
luciendo su morena desnudez,
camina una muchacha,
la blanca espuma de las olas,
acompaña el vaivén de sus pasos.
Luna y lágrimas,
estelas en la mar.
Camina subyugada al ritmo,
que machaconamente,
le marcan las olas,
tiene los ojos anegados,
en salobres lágrimas,
y el corazón en carne viva.
Luna y lágrimas,
estelas en la mar.
Ten cuidado muchacha,
no dejes que las perlas de tus lágrimas
caigan al mar.
¿Qué luna recogerá
tu dolor de miel y azahar?.
Húmeda está bajo el pino, mi silla,
de vetusta y recia madera,
la han salpicado con fuerza,
la fuerte lluvia invernal,
y cientos de agujas se han servido de ella,
para no ser arrastradas por el agua.
El viento sopla inmisericorde, frío,
hace ondular las ramas
y enreda en ellas las gotas de agua,
abatiéndolas a la vez,
sobre las hojas y el suelo.
Contemplo, y a la vez me extasío,
ante la lucha entre el viento y la lluvia,
porfiando a ver quien cambia mas las cosas.
Me pregunto si las sombras que proyectan,
son las sombras del tiempo,
que se deslizan raudamente,
entre relámpagos, viento y lluvia,
arrebatándonos en cada gota, en cada ráfaga,
parte de nuestra vida.
Soy esa sombra que baila en tus ojos,
cuando miras en la lejanía,
y una sonrisa asoma en tus labios.
Soy ese fuego que nace en tu corazón,
enciende todo tu ser,
avivando locuras en tu mente.
Soy esa caricia robada,
entre sombras fugitivas,
al anochecer.
Soy ese instante fugaz,
que cruzaste una mirada,
haciéndote estremecer.
Soy la pasión,
en esas noches tristes,
de sabanas vacías.
Soy el ensueño de esa locura,
que acoges en tus sueños,
y te despierta sobresaltada.
Soy esa rosa que no llegaste a coger,
porque alguien se te adelantó.
Soy el deseo de tu amor.
Has olvidado mi voz,
has perdido la memoria,
de mi brazo en tu hombro,
del suave roce de mis labios.
Las sencillas frases escritas,
yacen en silencio,
en algún olvidado archivo,
esperando. ¿Quién sabe qué?.
Quizás,
alguien que las rescate del olvido,
Quizás,
su definitiva muerte.
Desaparecí de tus sueños,
nuevas singladuras esperan tus anhelos,
otras rutas inexploradas te esperan,
que tu nave de mi puerto alejan,
hinchen tus velas los mejores vientos,
deja atrás los sueños imposibles,
que alguna vez nos mecieron,
y no eches al mar las redes,
donde los deseos naufragaron.
Olvidaste mi voz,
olvidaste mis besos,
pero yo,
no te olvido.
