Seguidores

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Para Make

Cae el atardecer,
tu mirada prefiere vagar libremente por el cielo,
inundarse de ese celeste,
que sin sentir se vuelve añil,
bañando tu cuerpo de un halo de estrellas.

El aroma de las flores,
que el anochecer despierta,
se desparrama llevado por esa brisa marina,
entra como bálsamo en tu corazón.

Piensas en seres, en cosas,
que han dejado de ser parte de ti,
parece que a esta hora,
todo se vuelve más nítido y transparente.

Tus sentidos,
te hablan de una música suave,
casi celestial,
de la que desconoces su procedencia.
Es como una caricia angelical,
que apacigua tus sufrimientos,
tornándolos en felices sueños.

Después….
quién sabe..
el amor..
la certeza en tus decisiones,
anhelo de abrazos y besos,
lágrimas que brotan porque sí,
risas que salen del corazón,
y ese anhelo de ser siempre tú,
contra viento y marea.

jueves, 24 de noviembre de 2011

El cafe de las horas

No hay horas en ese café,
solo momentos,
el café te asalta la nariz,
delicioso aroma al cruzar el umbral,
mezclado con el olor de las velas,
el humo de los cigarrillos,
los perfumes de mil tipos distintos.

Escenas dieciochescas te contemplan,
mientras te atrapa la música,
los grandes genios componen para ti,
pianos, violines, guitarras, clarinetes,
esparcen sus sonidos por doquier,
sin molestar el hablar quedo,
las cálidas sonrisas de las gentes,
saboreando sus cafés, sus tés.

Unas manos perdidas entre las mías,
unos ojos fijos en otros diciendo,
mas que mil palabras, mil sentimientos
mil besos, mil caricias,
cubrieron el rincón que nos acogió,
voló el tiempo, volaron los minutos,
mas esas horas siempre estarán ahí.

Entre tu y yo, en tus manos,
en mis labios, en tu mirada,
en nuestros corazones.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Gira en el cielo la luna

Gira en el cielo la luna,
sobre la pálida mar,
sobre las tierras resecas,
mientras el otoño desbasta,
las hojas de los árboles,
aire rizado venía con susurros de olas.


La tierra semeja un mosaico,
de hojas arrancadas,
de pequeños charcos diseminados,
entre marrones, ocres y amarillos.


En el alero cobrizo,
que protege la ventana,
un jilguero contempla en silencio,
las lágrimas de una muchacha.


La luna redonda y baja,
asoma por la ventana,
toda la alcoba sufría
con sus ojos llenos de alas.


Afuera la luna ilumina
crisantemos y rosales,
quiere paliar el dolor de esa mirada,
quisiera tener dedos para acariciarla,
y consolar la tristeza de esa rosa encerrada.