a ellos que me dejaron,
con las manos vacías,
de cariño, de ternura.
Ya no saldrás a recibirme,
cuando llegue a casa,
a tumbarte en la alfombra,
pidiendo que te acaricie.
Por las mañanas no sentiré tu tibio cuerpo,
tu mano que se levanta,
para acariciar mi mejilla,
ni tus protestas si no te pongo comida,
ya no te sentaras a mi lado a comer,
ni buscaras el calor de mis piernas,
cuando hacia frío,
ya no oiré tu ronroneo de placer,
al acariciarte, al dormirte junto a mi.
No podré relajar mis nervios,
acariciando tu suave pelaje,
mirándome en tus azules ojos.
Te voy a echar mucho de menos,
¡ay! como me duele perderte.