Subo a la colina,
tan solo para admirar más de cerca,
el cambiante color de los árboles,
en un día claro, nítido,
quizás por el viento de poniente,
que azota suavemente, y a veces en ráfagas,
las hojas y ramas,
haciendo que el suelo se pinte de colores.
Soledad, suaves siseos de las ramas,
semejan voces lejanas, que no acierto entender,
y que grato todo,
el sonido de mis pasos, al quebrar las hojas,
la quietud, se serena el alma.
Inspiro el aire limpio de la mañana,
vuelven a estar en armonía,
el cuerpo y el alma,
en este fresco frio alto,
se olvidan fácilmente las miserias del día a día.
El viento empieza a arreciar,
desando el camino, con ojos alegres,
en un mirador me detengo,
allí abajo veo como empieza a alterarse,
como se siluetean sobre su manto azul celeste,
las blancas olas, que empujadas por el viento,
dan la espalda a la playa y se dirigen mar adentro.
Acelero el paso, feliz, sonriente.
RIO ABAJO
Hace 12 horas