Te elevas, con cada cima de la ola,
suspendida en su blanca espuma,
como un calidoscopio de colores,
diminuto arco iris que desparece
en un breve suspiro.
Musa marina, que llenas la mar,
de prismas con cada ola que se eleva,
semejan los pensamientos de cada ola,
pensamientos sonoros y musicales,
componiendo una sinfonía coral.
Musa que desprende intangibles iris,
que nos conducen a esa rosa en flor,
al trino de un pájaro,
a un soneto perdido,
a esa estrella que nace entre la espuma.
Mis ojos quieren comprender,
lo que solo entiende el alma,
ese éxtasis de belleza que sale del mar,
con las gotas salinas que arrastra el viento,
luego rompen sobre la arena,
con ternura, delicadamente,
como si temieran romper el hechizo.
Musa, recoges mi corazón en tu mano,
lo inflamas de colores,
lo meces en un canto perfumado,
me muestras el fondo de tu pasión inmensa,
y como se convierten la espuma en suspiros,
las olas en besos y caricias.
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Que nunca te falte esa musa marina, mi poeta favorito.
ResponderEliminarBiquiños cálidos y húmedos cariño.
Una musa marina tenía que ser. Un día lejano me contaron que eran las que inspiraban los sentimientos más bellos a los en ellas pensaban... ¡y veo que es cierto!
ResponderEliminarBesitos.
Carmela, espero que no se vayan de vacaciones mucho tiempo.
ResponderEliminarBicos calidos y humedos meniña
Campoazul, así es y tu lo sabes tan bien como yo, con tus escritos y fotos tan marinos.
ResponderEliminarBesitos.