Te encontré dormida,
con una rosa blanca en la mano,
indefensa con el sueño sonreías,
sonreía también la rosa blanca,
no caía de tu mano,
parecía aferrarse a tu mano,
como si de un recién nacido fuese,
tú sonreías orgullosa,
como madre de esa rosa blanca.
Me sentí cegado de su color,
de tu dulce semblante dormido,
absorto, contemplándoos,
no sabía que me cautivaba más,
si la rosa o tú.
Y la rosa emana,
en el silencio en que os contemplo,
una delicada esencia,
que hace tu rostro aún más virginal,
llena la habitación de efluvios,
y todo huele a ti,
a rosa blanca,
a eternidad.
Espero que el regalo no te parezca mal.
ResponderEliminarLo hice porque un gran poéta como tú, debe de tener un curruchiño como el nuestro, para él sólo.
Lo puede hacer público, lo puedo hacer en nuestro blog, eso ya es opción tuya.
Lo puedes dejar perder y no seguirlo.
Mas aquí queda.
Querote ya lo sabes, ahora es decisión tuya.
Un biquiño meniño.
Carmela
hola Jaumerei,
ResponderEliminarhuele a eternidad pero solo con ella. Así espero y así será
un abrazo^^